
El equipo de Pompei fue, desde el comienzo, sólido. Y a pesar del gol de Piatti que había puesto en ventaja al Rojo, siempre buscó el arco rival en base a un buen ataque en bloque, característico de cualquier equipo que juegue con Juan Román en cancha.
El empate fue de Monzón, que pide Mundial por la ausencia de jugadores en su puesto. Y el 2-1 llegó de la mano del eterno goleador, del optimista de gol... para variar.
Palermo, otro que pide Mundial a gritos, respondió a las cargadas (le habían cantado los hinchas Rojos "Paleeeeermo" cuando un perro entró en el campo de juego) con un gol de cabeza y de espaldas. Sí, de espaldas. ¿Le faltaba un gol de algún tipo a Martín? Ya no.
El partido lo selló Pablo Mouche con una apilada hacia el centro, en la línea del área grande, que terminó con la pelota en el ángulo de Gabbarini (que hizo todo para quedarse fuera de la lista de Diegote). El trago amargo para Mouche, fue la expulsión por el festejo desmedido. Otra insólita decisión de los jueces, siempre en el ojo del huracán.

El descuento de penal de Nuñez llegó en tiempo agregado, pero no sirvió de nada.
Independiente, flojo en actitud, se quedó afuera nuevamente en el final del torneo, y aunque el Tolo Gallego declaró que "todavía hay esperanzas", suena a compromiso... lo que les faltó a los jugadores para defender la punta del torneo, cuando tuvieron que hacerlo.
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